14.4.08

Fósiles-Guía naturales y culturales


Si te tropiezas un trilobite, ya sabes que el estrato del que ha salido es Paleozoico, entre 542 y 299 millones de años. Los trilobites se extienden durante todo este periodo y, como su distribución geográfica fue muy amplia, han sido una herramienta muy útil para datar de forma relativa un estrato. Si, por el contrario, lo que te encuentras es un amonite, el nivel del que procede data de entre 459 y 65 millones de años.
Estos son dos ejemplos de lo que se llama fósil-guía, o fósil director (en inglés
index fossil). Los trilobites, los ammonites o los graptolitos silúricos son de los más conocidos. Pero hay muchos.
¿Qué es lo que diferencia los fósiles-guía de los otros? En realidad, sólo es una cuestión de frecuencia y de mayor conocimiento. Los fósiles-guía más usados suelen tener una amplia distribución geográfica, los conocemos muy bien y tenemos su extensión cronológica bien delimitada. Cuanta más corta sea su existencia, más concreta será la fecha relativa que proporcionen. Pero cualquier fósil puede servirnos de fósil-guía en mayor o menor grado. De hecho, conforme vamos completando el mapa estratigráfico, se van añadiendo más fósiles de referencia. Por ejemplo, los roedores del Terciario y del Cuaternario, gracias a su rápida tasa de cambio y a su abundante presencia, se han convertido en excelentes marcadores cronológicos en las últimas décadas. Fue un roedor cuaternario, Mimomys savini, el que en su día dio la clave de la gran antigüedad del nivel TD6 de Atapuerca, situándolo por debajo de los 500.000 años, datación confirmada más tarde.

En el actual estado de conocimientos, tenemos un contexto estratigráfico mundial cada vez más comp
leto en el que ubicar cronológicamente cada hallazgo. Incluso los organismos que a veces pomposamente se han llamado "fósiles vivientes" por parte de algunos medios de comunicación (que no por la comunidad científica), como cocodrilos, celacantos y demás, que parecen resistirse a la extinción, tienen su fecha de aparición, lo que nos marca el límite inferior de su duración temporal.

Fósiles-guía culturales

¿Tienen los arqueólogos un instrumento metodológico similar al que emplean los paleontólogos? Pues sí. Los arqueólogos también tienen sus hallazgos de referencia, sus fósiles-guía culturales.
Si nos encontramos un fragmento de cerámica cardial, tendremos mucha probabilidad de que la pieza proceda de una fase muy concreta del Neolítico, en la que se puso de moda en el sur de Europa imprimir la cerámica con diseños de una determinada concha de un berberecho llamado Cardium, y no con otra. Si encontramos un bifaz, probablemente el contexto original de la pieza será paleolítico. Y si nos tropezamos con una lata de Coca-cola, podemos estar seguros de que procede de la época en que los Estados Unidos de América dominaban la Tierra. Y así sucesivamente.
En el Paleolítico son tan importantes los útiles directores, que ayudan a caracterizar cada cultura por su simple presencia. En la mayoría de ocasiones, los útiles directores son más definitorios que cualquier aproximación estadística en base a la frecuencia del tipo de útiles líticos. Son los homólogos de los holotipos con que se sirven los biólogos para definir las especies. Por ejemplo, un bifaz típico, o Modo II, podría servir como holotipo del achelense. Lo que ocurre que, en evolución cultural, la flexibilidad es mucho mayor y, por tanto, la clasificación más difusa.

Cuanto más elaborado es un artefacto, más definitorio es. Y, normalmente, más moderno. Por ejemplo, si encontramos un simple canto tallado, podría ser una pieza del paleolítico inferior, pero también podría ser una pieza mucho más moderna, pues las piedras han sido profusamente empleadas como útiles mucho después del paleolítico. Mientras que si lo que nos encontramos es un hacha pulimentada, la probabilidad de que sea neolítica (fue en el Neolítico cuando se impusieron estos instrumentos), y de que acertemos en nuestra predicción, es mucho mayor. Y si encontramos la lata de Coca-Cola, la precisión se dispara al alza.

Este mismo hecho también se da en paleontología. Si encontramos una bacteria fósil, seguramente no sería un buen marcador temporal. Pero si lo que encontramos es un sofisticado mamífero, la ubicación temporal es mucho más precisa. Estamos ante fenómenos similares. Creo que se puede enunciar una ley general que sería:

Dado que la evolución biológica y la cultural siguen un mismo proceso de aumento de complejidad, en general, cuanto mayor sea el grado de complejidad, tanto genética como cultural, tanto de un fósil como de un artefacto, más reciente será, y mayor probabilidad de acertar en su localización temporal.

No se trata de una ley lineal o universal, porque puede haber excepciones en el corto plazo. En la evolución de las especies, tras episodios de extinciones masivas, hay una reducción de la complejidad momentánea, que posteriormente se ve subsanada, al menos en la Tierra y hasta ahora, por una radiación que ocupa los nichos ecológicos vacíos. Y en evolución cultural, después de grandes desastres, también. Pero con el tiempo generalmente se recuperan y se superan los niveles iniciales.

En resumen, algunos de los principales métodos que empleamos para estudiar la evolución biológica también sirven para la cultural. Lo que delata que estamos ante un mismo fenómeno, aunque se manifiesta de forma diferente. En la evolución biológica es la información genética la que se combina, mientras que en la evolución cultural son las ideas. Hay diferencias, por supuesto, y eso es lo que iremos dilucidando. Pero hay que ser conscientes de las enormes similitudes, porque ambas evoluciones consisten, básicamente, en reproducción y selección de información.


Imagen 1: Trilobite Walliserops trifurcatus , del Devónico de Marruecos, entre 385 y 359 millones de años.

Imagen 2: Canto tallado del nivel TD6 de Gran Dolina (Atapuerca, España), datado en unos 780.000 años.

Imagen 3: Bifaz lanceolado del nivel TG10 de Galería (Atapuerca, España), datado en 350.000 años.

11 Memes sueltos:

Anónimo dijo...

La visión de los fósiles directores en arqeuología es un poco decimonónica.
De hecho, hoy en día se han abandonado gran parte de las clasificaciones basadas en fósiles directores porque eran a menudo engañosas y en todo caso, poco explicativas.
Además, la linealidad en el proceso de complejización de los fósiles arqueológicos es un constructo historiográfico. Por ejemplo, en el Mesolítico del S-O de Europa desaparece el Arte Paleolítico y las manifestaciones artísticas se reduce a pinturas simples y esquemáticvas. Además, en esa etapa conviven grupos que fabrican microlitos geométricos con otras cuya industria lítica recuerda particularmente al paleolítico inferior. Y en todo caso, no haya nada parecido a las grandes industrias laminares de, por ejemplo, el Solutrense (que es anterior).
Otro ejemplo serían las industrias laminares que aparecen y desaparecen a lo largo del Paleolítico Medio europeo, sin que haya una dirección única (ya que son decisiones culturales, tecnológicas y económicas las que las producen, no una línea de progreso unívoca).
Y otro ejemplo más las ricas y muy vistosas industrias de bifaces de gran factura técnica, que aparecen en el Paleolítico medio francés, y después desaparecen, sustituídas por otras industrias de menor complejidad técnica.
Vamos, que en arqueología prehistórica los conceptos de fósiles directores, en especial ligados al concepto de progresión unilineal, están en franca decadencia (se ha visto que eran abstracciones con poca base real).

Memecio dijo...

Tienes parte de razón. La complejidad técnica, y menos aún la cultural, no es lineal. Por eso se mejoran otros métodos. Eso no quita que si encuentras una cerámica impresa con cardium tengas un enorme porcentaje de probabilidad de que corresponda al neolítico cardial. O si encuentras una cueva con arte rupestre del tipo franco-cantábrico, será seguramente de ese periodo. Por citar sólo dos ejemplos. Eso ocurre, es un hecho, aunque mejoremos otros métodos de datación o de definición cultural. Hay corrientes culturales que tienen sus expresiones materiales características. Llámales fósiles-guía o x.

Pepe dijo...

Los trilobites aunque en menor número persistieron durante el Pérmico, hasta el límite Pérmico-Triásico.

De nada.

Anónimo dijo...

Hola otra vez

Por supuesto estoy de acuerdo, Memecio. No es excluyente que determinadas culturas tengas elementos caracteristicos (llamalo fosil director o llamalo X)conque haya habido en la historiografía una importancia exagerada del termino

Memecio dijo...

Gracias por la puntualización, Pepe.
Millán, es posible que a veces la importancia de los fósiles-guía en arqueología se haya magnificado. Una cultura ha de definirse en su compleja totalidad. Pero habitualmente los fósiles directores suelen ser de los elementos más característicos de una cultura.

Anónimo dijo...

Puntualizo: los elementos más característicos _para_nosotros_, desde desde un punto de vista morfo-estético

Memecio dijo...

Y funcional. Toda la variedad de microlitos característicos del Paleolítico superior y Neolítico -excelentes marcadores culturales y cronológicos- no tienen una finalidad únicamente estética. Tienen una función práctica.

Anónimo dijo...

Si, claro que tienen una finalidad funcional.

Lo único que digo es que no son fosiles directores (sic) por esas propiedades practicas, sino por una formalización morfo-estética que los hce reconocibles "apriori".

Osea, que no lo más "bonito y reconocible" tiene que ser lo más importante funcional, económica o tecnológicamente.

Memecio dijo...

Claro que un fósil director no tiene que ser lo más importante para la cultura (aunque puede serlo). Ahora bien, si lo que observamos es el proceso de cambio de las sociedades, los elementos cambiantes son los definitorios. Y si son singulares, como los fósiles directores, más definitorios aún. Son las autapomorfías culturales.

beavis dijo...

De forma científica podemos asegurar que un fosil guia (una especie, no un elemento antropológico) pertenece a un intervalo de tiempo datado con más o menos precisión por otros elementos geoestratigráficos y ecológicos (estrato de lava datado por radiometria, por ejemplo), a esto le llamamos bioestratigrafia.

Puesto que la evolución es algo incuestionable, continua y progresiva, se deducen unos taxones característicos para cada especie, género, familia, orden, etc, pudiendo asi identificar un fosil, con más o menos precisión, en función del grado de conservación de estos taxones, que acaban siendo, mayoritariamente, caracteres óseos salvo extrañas momificaciones, incluso su posición evolutiva, gracias al DNA conservativo mitocondrial o deducciones evolutivas.

Hecho esto podemos conocer, por correlación, el intervalo de antigüedad del estrato donde está el animal o vegetal estudiado, al compararlo con nuestro fósil guia de época conocida.

Y asi, quizás, poder datar los elementos arqueológicos con una base científica, siendo, a mi entender necesario tanto o más que las deducciones históricas; en cualquier caso ambas dataciones son complementarias haciendo la datación más irrefutable y precisa

No obstante, la paleontologia se basa en hechos menos variables y más generales, cada individuo se rige por su naturaleza y eso es genético, la variabilidad de la decoración de un jarrón con respecto a una moda o su método de cocción, es, a mi entender, bastante más amplia, ya que no es una consecuencia genética evolutiva sino una consecuencia cultural.

Memecio dijo...

Bueno, Beavis, te concedo que en un fósil-guía cultural puede haber más margen de error o más imprecisión. Pudiera darse el caso de que un bifaz achelense se hubiera tallado en la Edad Media por un artesano conocedor de técnicas de talla. Pero reconocerás que sería un caso extremadamente raro. Así que la certitud cronológica y cultural al encontrar un resto material típico suele ser muy alta.